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Yena, la hija de la oscuridad

En el mundo de End, existen muchos territorios que son capaces de saciar la sed de cualquier explorador, pero uno destaca entre los demás debido a lo exótico de sus inteligentes y poderosas criaturas.

La región de Draconia, situada a miles de kilómetros de la costa del mar del oeste, es el hogar de los poderosos dragones, que están regidos por los cuatro elementos, los cuales los subdividen en Fuego, Agua, Tierra y Viento. En este lugar, inalcanzable para la mayoría de las demás especies, un dragón de fuego y una dragona de agua fueron los progenitores de lo que en la cultura draconiana se considera un crimen: concebir a un retoño siendo de distinta raza elemental, lo cual podría conllevar malformaciones inestables para el equilibrio del país.

Yena fue el resultado de ese amor. Ella es una dragona híbrida de escamas grises que es incapaz de hablar o usar algún tipo de fuerza elemental, solo puede emitir una espesa niebla desde sus alas. Sus padres, en busca de la supervivencia de ambos, la abandonaron en los páramos, un lugar de tierra infértil e inestable donde tuvo que alimentarse de sus propios depredadores para mantenerse con vida.

Por desgracia, mientras luchaba contra otro dragón híbrido, cayó en una fosa donde se encontraba una brecha espacio-temporal. Estas grietas son evitadas a toda costa por las criaturas de Draconia, pero en el resto del mundo se ha corrido la voz durante siglos de que son portales errantes que conectan con la isla de Tartalia, fruto de la explosión del Gran Cataclismo.

Yena, en su intento por huir de la hostil Tartalia, fue alcanzada y abatida por un rayo proveniente de una tormenta radiactiva, que atravesó su cuerpo y ennegreció sus escamas. Por alguna razón, la niebla de sus alas comenzó a fusionarse con el entorno y dejaba a su alrededor una materia negra mortal. Permaneció inconsciente durante horas hasta que comenzó a sentir pequeños destellos de una extraña energía. Sintiéndose atraída por el más cercano, se acercó a él. Resultó ser la brecha por la que había caído inicialmente. De manera inexplicable, ahora era capaz de encontrar estos portales por su cuenta, lo que le permitía volver a los páramos de Draconia.

En los meses siguientes, adquirió habilidades elementales, pero diferentes a las que siempre habían predominado en Draconia. Su fusión con esa naturaleza inestable la volvió intocable para el resto de las criaturas. A pesar de esto, estuvo a punto de ser devorada por un enorme dragón, cuando vio cómo una figura humanoide, a la que nunca había visto antes pero que desprendía una energía familiar, atravesaba a la bestia con su espada.

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